EL
MUNDO
21 enero
2019
Un
análisis de sangre para detectar el Alzheimer con 16 años de antelación
Laura Tardón
Logran detectar daños cerebrales hasta
casi dos décadas antes de que se manifiesten los primeros síntomas de la
enfermedad de Alzheimer.
Detectar Alzheimer hasta 16 años antes de que aparezcan los
primeros síntomas de deterioro cognitivo y hacerlo sólo a través de un análisis
de sangre. Todo gracias a una proteína capaz de dar el 'chivatazo' con
información muy precisa sobre la progresión de la enfermedad. Un marcador en
sangre que abre las puertas a posibles vías de tratamiento. Así lo revela un
estudio que acaba de publicar la revista Nature
Medicine.
Tal y como recuerda el principal autor de este trabajo, Mathias Jucker, "el hecho de
que todavía no haya una terapia eficaz para el Alzheimer se debe en parte a que
se detecta demasiado tarde". Sin embargo, la investigación realizada por
un equipo de neurólogos de la Escuela de Medicina de la Universidad de
Washington (San Luis, Estados Unidos) y del Centro Alemán de Enfermedades
Neurodegenerativas (DZNE, por sus siglas en inglés) podría cambiar este
panorama.
Existe un biomarcador que podría
utilizarse para monitorear los daños cerebrales que se van produciendo dos
décadas antes de manifestarse los primeros signos de confusión y pérdida de
memoria. Se trata de la proteína de cadena ligera de los neurofilamentos
(NfL), que forma parte del 'esqueleto' interno de las
neuronas. Cuando estas células cerebrales se dañan o mueren, la proteína se
filtra hacia el líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro y la médula espinal
y, desde allí, al torrente sanguíneo.
Se ha demostrado que niveles altos de la cadena ligera de neurofilamentos en el líquido cefalorraquídeo es una prueba
sólida de daño cerebral. Pero la obtención de líquido cefalorraquídeo requiere
una punción lumbar. Por esta razón, el neurólogo Jucker,
del Hospital Universitario de Tübingen (Alemania), y
un equipo internacional de investigadores quisieron comprobar si los niveles de
esta proteína en sangre también reflejaban daño neurológico.
Atrofia cerebral
Para ello, seleccionaron a un grupo de familias con
variantes genéticas raras que causan Alzheimer a una edad temprana (entre los
30 y 50 años). Esta parte de la población brindaba la oportunidad de estudiar
lo que sucede en el cerebro en los años previos a la aparición de los primeros
síntomas. De esta manera, se analizaron las muestras sanguíneas de más de 400
personas (247 con variante genética de inicio temprano y 162 sin familiares
afectados) que se sometieron a exploraciones cerebrales y pruebas cognitivas.
Jucker y sus colegas monitorearon la
concentración de la proteína en estos individuos año tras año. Hasta 16 años
antes del inicio calculado de los síntomas de demencia, hubo cambios notables
en la sangre. En el primer grupo, los niveles de la proteína fueron más altos
al inicio e iban incrementando con el tiempo. "Tenían más probabilidades
de mostrar signos de atrofia cerebral y disminución de las capacidades
cognitivas en sus siguientes revisiones clínicas", relata el artículo. Sin
embargo, entre quienes no tenían la variante genética, la cadena ligera de neurofilamentos se mantenía en bajas concentraciones.
Al observar los escáneres cerebrales, los investigadores
descubrieron que la rapidez con la que aumentaban los niveles de esta proteína
iban acorde con la disminución cada vez mayor de una parte del cerebro
involucrado en la memoria: el precúneo. "Pudimos
ver estas diferencias realmente pronto, dieciséis años antes de que aparecieran
los primeros síntomas", subrayan los autores en su estudio.
Sin cura de momento
Dados los resultados, "este podría ser un buen
biomarcador preclínico para identificar a aquellos que desarrollarán síntomas
clínicos", apunta los científicos. Antes, habrá que "confirmar
nuestros hallazgos y definir el período de tiempo durante el que deben
evaluarse los cambios de esta proteína para realizar una predicción clínica
óptima", aclara Jucker. También habrá que
determinar cuánta proteína en sangre es demasiado alta y a partir de qué
momento la velocidad con la que aumentan dichos niveles serán motivo de
preocupación.
Además, hay que tener en cuenta que el problema de esta
prueba sanguínea es que "no es un marcador específico, identifica el daño
cerebral, que puede deberse al Alzheimer o a otras afecciones
neurodegenerativas como la esclerosis múltiple", apunta Ángel Martín,
neurólogo del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española
de Neurología (SEN). Es decir, los altos niveles en sangre podrían ser un signo
de muchos tipos de lesiones neurológicas diferentes, no sólo de Alzheimer.
No obstante, añade el especialista español que comenta este
trabajo, "es un paso hacia adelante y dado que "no existe cura ni
forma de evitar este daño neurodegenerativo", lo cierto es que "la
detección precoz podría permitir desarrollar fármacos para fases en las que aún
no hay señales clínicas de demencia y, por lo tanto, se pueda prevenir".